El Monasterio de Santa Cristina de Ribas de Sil y el bosque en el que está situado es un lugar por el que he caminado mucho. Y nunca me canso de disfrutarlo. Hace más de mil años que está allí (literalmente, porque es de finales del siglo X) cerca del pueblo donde nació mi madre.
En ese mismo pueblo estaba yo el día de Navidad, después de una NocheBuena de familia y villancicos. Y a las 9 de la mañana abría la ventana y veía nevar. ¡Qué alegría!
Y ese mismo día, ya a la noche, me imaginaba lo peor (gallego). ¡Qué tristeza!
Y así, entre la alegría y la tristeza, vamos caminando por el sendero de la vida.
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